Aprovechando las tendencias mundiales, muchas instituciones españolas se están abriendo paso en el mercado de la educación en América Latina. Este hecho se basa en dos condiciones fundamentales: el idioma y la poca competencia. Gracias a que toda América Latina (a excepción de Brasil obviamente) habla español y su población no se caracteriza por dominar varios idiomas (como ocurre en Europa, por ejemplo), España se convierte en una gran oportunidad para llevar adelante sus estudios. Al mismo tiempo, las instituciones educativas en América Latina suelen enfrentar una gran cantidad de problemas, como el reto de tratar de mantener sus currículos actualizados, con pocos recursos y con respecto a los intensos y acelerados cambios del mercado y la sociedad.
Así que las instituciones españolas, más ágiles y generalmente con más recursos, hábilmente han ido desarrollando una oferta formativa que se adapta a los cambios y se dirige fundamentalmente hacia ese público cautivo en América Latina. Este hecho tiene décadas desarrollándose, pero cada año toma más fuerza gracias a la educación online. Lo que permite a los estudiantes cursar un programa europeo sin moverse de su país, lo que les ahorra los gastos de traslado y estadía en el exterior y les permite seguir con su trabajo en el país de origen.
La cuestión está en que este tipo de instituciones europeas enfrentan ciertos obstáculos que están dificultando y ponen en riesgo sus posibilidades de éxito, sobre todo a mediano y largo plazo. Algunos de estos hechos son:
1. Pobre estructuración
Las modalidades virtuales aún no se han integrado a las sociedades del centro y sur del continente americano. [1] Es decir, la falta de instituciones y de personas formadas en este ámbito mantienen a la educación online como una novedad para muchos sectores de la sociedad. De esta forma, cualquiera que se proponga construir una oferta en este contexto se enfrenta al desconocimiento y la resistencia que reducen significativamente el público objetivo. Por lo tanto, uno de los mayores retos es educar a su posible comprador sobre un formato y una posibilidad que no tiene en mente.
2. Desigualdad espacial
Generalmente, las mejores posibilidades de conexión a internet se encuentran en las grandes ciudades, mientras que las zonas rurales no suelen contar con servicios de fibra o similar; esta diferencia se siente con fuerza en América Latina. [2] En contraposición, la educación online ha tendido a potenciar los videos, videos interactivos y las clases en vivo, lo que difícilmente está disponible para la población rural. Es cierto que estos modelos suelen ser más atractivos, pero también más costosos de producir. De esta forma, la formación basada en herramientas asíncronas que no requieren significativos anchos de banda podría abrirse a un mercado mucho más grande en América Latina.
3. Ordenadores versus teléfonos móviles
De la misma forma, las posibilidades de acceso a los equipos necesarios para formar parte de un aprendizaje a distancia se ven afectadas por la gran desigualdad que azota al centro y sur del continente americano. Aunque varía de un país a otro, muchos estudios han demostrado el pobre acceso a ordenadores y a líneas terrestres de conexión que existe en América Latina. En contraposición, con la masificación de teléfonos móviles, la aparición de modelos más económicos y la facilidad de establecer conexiones inalámbricas, el porcentaje de población conectado a internet a través de este tipo de dispositivos es mucho mayor. Si bien es cierto que cada vez más cursos se adaptan al formato mobile, prácticamente ninguno está pensado para aprovechar al máximo sus características.
4. Continuidad y no cantidad
Mientras se multiplica la oferta de programas online, el reto más grande se dibuja en el futuro. Particularmente, las instituciones de postgrado se enfrentan en una dura competencia por nuevos potenciales estudiantes. Esta etapa de búsqueda inicial suele considerarse la clave del éxito y convertirse en el objeto de enormes esfuerzos e inversiones, pero la única forma de garantizar la sostenibilidad de la institución es centrarse en la construcción de un programa de calidad, con recursos y estrategias docentes que promuevan el posterior éxito de sus estudiantes. Con el pasar de los años, la reputación de la institución y así el deseo por inscribirse sin importar el costo u otras condiciones, dependerá del alcance de sus egresados y del llamado boca a boca.
5. Crecimiento del mercado local
Actualmente, aunque grandes sectores de la sociedad demuestran resistencia al modelo online como comentaba anteriormente, las legislaciones en América Latina están haciendo importantes avances hacia la habilitación de formatos semipresenciales y virtuales; [3] hecho impulsado también por la pandémica de Covid19. En el mediano plazo este fenómeno tenderá a multiplicar las ofertas locales de formación online y mixtas, lo que significará más competencia por parte de instituciones menos costosas que otorgan títulos directamente válidos en sus respectivos países y que pueden vincularse más directamente con sus potenciales estudiantes.
Posdata
“Existen condiciones que permitirán a unas instituciones salir del anonimato, a otras trascender; al preferir intentar fundar un nuevo sentido y valor a la práctica educativa en el fenómeno de la teledirección.” [4]
Referencias
[1] R. Claudio, Ed., Prospectiva de la Educación a Distancia en América Latina y el Caribe. Loja: Instituto Latinoamericano y del Caribe de Calidad en Educación Superior a Distancia (CALED), 2018.
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